BASES

NUESTRAS BASES

El ser humano nace con la mayoría de sus capacidades por desarrollar. Aunque se siga aprendiendo a lo largo de toda la vida, durante los primeros 12 a 15 años se da gran parte de este proceso de desarrollo. El planteamiento educativo habitual se basa en promover este desarrollo desde el exterior, a todos los niveles: el adulto es el que decide, por ejemplo, qué, cuándo (y, a veces, cuánto) tiene que comer el niño, o cuándo debe empezar a andar, y le presta ayuda para hacerlo, etc.

Nuestro planteamiento, en cambio, parte del convencimiento de que el ser humano, como cualquier ser vivo, tiene el potencial interno para desarrollarse y madurar por sí mismo y en interacción con su entorno.  El motor del desarrollo está en el interior, y se manifiesta en forma de necesidades hacia el exterior. Y este desarrollo se produce mediante experiencias en relación con el entorno. Del 7-Arenero2mismo modo que el apetito sirve para regular la necesidad de alimento del organismo, la satisfacción de las necesidades internas en relación con el entorno le permite la maduración de sus capacidades a todos los niveles.

Este planteamiento ya ha sido apoyado y puesto en práctica por algunos filósofos y educadores a lo largo de la Historia. Hoy, además, se ve apoyado por los últimos estudios en neurología, que demuestran que el ser humano nace con el cerebro (órgano central de las funciones físicas, emocionales e intelectuales) sin terminar de formar. La formación del cerebro es un proceso complejo, que tiene su base en el programa genético, y que dura toda la infancia. Sin entrar en detalles, esto se produce a través de experiencias directas y completas con el entorno. Pero, además, el cerebro precisa de una serie de experiencias en determinados momentos, o durante determinadas etapas más o menos largas, para crear algunas de sus estructuras permanentes. Aquí estaríamos hablando de necesidades de desarrollo.


Cada ser humano tiene un desarrollo particular y diferente, aunque se dé sobre un marco de semejanza. El desarrollo se producborjaescribee en cada individuo cuando internamente está preparado para ello y las circunstancias externas lo hacen posible. Por tanto, no hay un momento mejor que el que él elige de forma espontánea. El desarrollo de las capacidades básicas comunes, como andar o hablar, tienen un momento, un ritmo y un modo de llevarse a cabo que son diferentes en cada persona.

Siendo coherentes con este planteamiento, nuestra propuesta educativa se basa en permitir el desarrollo particular de cada niña y niño, es decir, el proporcionarle las posibilidades externas que den respuesta a sus necesidades internas de desarrollo, sin querer controlar este proceso desde fuera.

Sin embargo, antes de poder atender las necesidades de desarrollo, el ser humano tiene que tener cubiertas dos necesidades básicas: amor y seguridad. 


El AMOR es una necesidad básica de supervivencia, al mismo nivel que el alimento, Alavida_5el abrigo o los cuidados personales. Nos referimos al amor sin condiciones, al amor que se recibe sin necesidad de pedirlo, al amor a la persona por ser quien es, con independencia de sus acciones. Una persona que no se siente amada sacrifica sus propias necesidades de desarrollo y realización por conseguirlo. La educación basada en premios y castigos, aprobación y desaprobación, aceptación y rechazo, es una buena muestra de cómo el amor condicionado logra conducir los intereses de los niños y las niñas y moldear su comportamiento.


La SEGURIDAD, tanto física como emocional, es otra condición para que pueda darse cualquier proceso de desarrollo. La falta de seguridad pone a las personas en actitud de defensa, restándoles energía para su desarrollo y realización personal. Un ambiente seguro físicamente implica el garantizar la ausencia de peligros activos; es decir, de elementos de los cuales las niñas y los niños no pueden valorar la peligrosidad. Desde el punto de vista emocional es esencial velar por la ausencia de agresiones de cualquier tipo, físicas, verbales, etc.; además de garantizar amor incondicional, y permitir la expresión de las emociones, sean cuales sean, tales como el llanto.

Una vez cubiertas las necesidades de amor y de seguridad, el niño ya puede atender sus necesidades de desarrollo en relación con su entorno. El programa genético de cada individuo determina su propio orden y ritmo de maduración. Sin embargo, hay ciertos elementos semejantes que constituyen las etapas evolutivas o épocas sensibles de crecimiento del ser humano.

De forma muy básica y general, las primeras necesidades de desarrollo de los niños y las niñas son de carácter sensorial y motor, es decir, necesitan experiencias donde involucren los sentidos de la vista, el tacto, el oído… y el movimiento. Durante la primera infancia, la experimentación es un fin en sí misma; no hay más finalidad en las acciones que la de “sentir” y “experimentar”.

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Es hasta los 6 o 7 años de edad que no surge la necesidad de hacer las cosas con una finalidad concreta o de buscar un resultado. Es entonces cuando empieza la denominada fase operativa, que dura hasta los 12 – 13 años, en la cual el niño se interesa por la lectura y la escritura… y por muchas cosas que no dependen solamente de él. Él quiere entender cómo funcionan las cosas y poder interactuar con su entorno comprendiendolo. Por eso todavía necesita poder vivenciar directamente lo que está aprendiendo, con materiales concretos.

A partir de los 13 o 14 años es cuando puede empezar a entender abstracciones y a filosofar. La pregunta clave es: ¿Quién soy yo en este mundo? Necesita saberlo para poder empezar a tomar decisiones importantes sobre su propio futuro y para, a partir de ahí, iniciar un proceso en el que pueda realizarse como persona a su manera.

Para terminar, queremos abordar el tema del aprendizaje, que es en definitiva la finalidad explícita de la escolarización.

Nuestro planteamiento es que el aprendizaje es una parte más del desarrollo. Es un proceso inherente a la vida, que va mucho más allá de lo puramente intelectual. Surge de una necesidad vital de conocer y comprender más sobre la vida y sobre el entorno, y de integrarlo dentro de las propias experiencias. De responder a las crecientes preguntas que surgen en el interior… Por eso consideramos que cada ser humano es el verdadero autor de su propio aprendizaje. Reducir el aprendizaje a la mera acumulación de conocimientos o a la práctica de determinadas destrezas es ignorar su verdadero valor. El placer del logro por lo que uno mismo consigue es una de sus más grandes recompensas.

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De hecho comprobamos a diario como los mejores aprendizajes surgen desde la curiosidad y el interés, por iniciativa propia, cuando están listos para hacerse la siguiente pregunta.Cada uno a su propio ritmo y conforme a sus experiencias previas. Los estímulos pueden venir de los «ambientes preparados», de las experiencias y vivencias de sus iguales, que cuando descubren o disfrutan con algo, contagian a los demás; y de las propuestas o actividades que realizan los adultos. Pero aunque el ambiente sea rico en estímulos, éstos tienen que corresponder, que encajar, con una necesidad interna y ahí es cuando surge un aprendizaje significativo.


Los aprendizajes y las estructuras de comprensión más complejas se dan en ambientes relajados y placenteros. En ambientes de miedo, peligro o tensión las conexiones neuronales son mas cortas, rápidas y sencillas y están relacionadas con nuestros instintos básicos de supervivencia, con la huida, la defensa y el ataque. Cuando las niñas y los niños pueden tomar su tiempo, observar sin prisa, involucrarse con todos sus sentidos, sentir sus cualidades, concentrarse plenamente sin interrupciones, probar diferentes posibilidades sin miedo a las críticas ni a equivocarse; entonces se establecen conexiones neuronales complejas que relacionan diferentes partes del cerebro, diversos datos y experiencias. El cerebro y sus ramificaciones neuronales son como un colador, con cada experiencia nueva se establecen nuevas conexiones neuronales, cuantas más ricas y variadas sean éstas, mas tupido es el colador. Un colador muy tupido recoge mucha información, muchos datos; mientras que un colador basado en experiencias repetitivas rodeadas de tensión o miedo, tendrá unos pocos hilos gruesos y muchos datos se le escaparán.

El papel del adulto en este proceso de desarrollo es por una parte garantizar un ambiente relajado con una oferta variada de actividades y rincones que cubran sus necesidades y por otra acompañarlos, atendiendo a los procesos individuales y grupales. Este rol varía según las circunstancias, un adulto que acompaña puede estar observando, participar como uno mas, ser un modelo de referencia, hacer propuestas concretas… o poner limites. Pero para poder saber qué hacer en cada momento, el adulto tiene que estar muy presente para percibir las pequeñas señales que ellos nos van dando y tener una buena conexión con cada uno de ellos.

NUESTROS PRINCIPIOS PODRÍAN RESUMIRSE…

    • El ser humano, como el resto de los seres vivos, se hace a sí mismo. La confianza en este proceso es la base de nuestras relaciones con los niños y las niñas.
    • Para que el niño o la niña pueda dedicarse a su desarrollo necesita primero que sus necesidades básicas estén cubiertas. Éstas son: Sentirse amado y seguro.
    • Se siente amado cuando se le acepta sin condiciones (sin juicios, manipulaciones, expectativas, castigos o premios…) y se respetan sus necesidades básicas (cercanía humana, cobijo, alimento, etc).
    • Se siente amado cuando se le brinda un ambiente adecuado a sus necesidades de desarrollo.
    • Se siente seguro físicamente cuando no hay peligros activos.
    • Se siente seguro emocionalmente cuando no recibe agresiones ni físicas ni emocionales, cuando su trabajo se respeta, cuando puede expresar sus emociones.
    • Se siente seguro cuando vive límites claros que garantizan un ambiente relajado y seguro para todos.

Arroyo_Pinar2El aprendizaje se da por iniciativa propia en interacción con el entorno.

  • No enseñamos valores, se viven, se aprenden.
  • Nuestro espacio ofrece el material y el entorno necesario para que cada niño o niña pueda tener las experiencias adecuadas a su nivel evolutivo y así pueda desarrollar su potencial.
  • El rol del adulto que está en nuestro espacio es el de acompañar a los niños y a las niñas en su proceso de aprendizaje y desarrollo y garantizar que se den las condiciones óptimas en el ambiente; (materiales y emocionales).

Para contactar con «Alavida» puedes escribirnos a esta dirección: contacto@alavida.org, o bien en el teléfono 626.24.23.14